viernes, 7 de febrero de 2014

EXPOSICIÓN DE CARMEN LLORET

¡DANZAD BENDITOS! Autora: Carmen Lloret. Título: Xiala. Lugar: Palacio de la Madraza. Fecha: Hasta el 25 de febrero. La danza es la expresión física del ritmo desarrollado a través de las formas corpóreas, disueltas en la melodía seductora de la conciencia. Es la representación del torbellino armónico del sonido envolvente, que en su denso flujo impulsa los cuerpos a la descripción cinética de la musicalidad. Su escenificación contagia al espectador, que al rememorarla debe utilizar el reflejo del movimiento rítmico. Por ello ha arrebatado el genio activo de los artistas plásticos, que han buscado su plasmación en el lienzo o en volúmenes sólidos. Surge en la memoria imágenes de las obras de Matisse, con su colorido rompedor, intenso y exuberante, que recorre los sentidos para dejar grabada la melodía en el entendimiento; o la intensidad de Picasso en sus piezas danzantes, de profunda sensualidad, esquematismo y disolución en el ritmo. También la visión daliniana en sus múltiples evocaciones, misteriosas, sedosas, delicuescentes y elásticas. Carmen Lloret aborda valientemente este tema de cumbres conquistadas, produciendo una versión original , nacida de la historia clásica del arte. Posee esta artista un trazo preciso, que deshace las figuras en gruesas líneas, con la definición de su esencia en la mancha del rastro. Se van describiendo como surcos sin interrupción, cuan notas musicales, ascendiendo y retorciéndose para convertirse en éter. La melodía se difumina en el cuadro, vaporosamente, marcada por la naturaleza leve del color, que con la ingravidez cromática reproduce la insustancialidad de su contenido. Es el ánima del ejercicio, acompasado al ritmo, quien se escapa y refleja en las obras de Carmen Lloret. Gusta la delicadeza de las formas contenidas en las piezas, también por la poderosa grafía final en que desemboca su simplificación. Todo arropado con tonalidades sencillas, de apacible impacto, aderezado con la sobriedad del dibujo, que se encierra en el primitivismo. El conjunto expuesto conecta con el observador, haciéndolo cómplice en su agradable contemplación.






 



 

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