sábado, 14 de marzo de 2015

EL COLOR DEL TIEMPO

El tiempo es como la brisa que pasa suave, acariciando sedosamente en momentos de  templanza,  seducidos por la calidez del momento sentido; otras veces aparece como ambiente pesado, cargado, asfixiante, lento y  somnoliento.  Ocurre también que se enerva y azota con fuerza, arrancando todo a su paso, mostrando su poder. El tiempo pasa y el paisaje permanece, quedando su efecto como recuerdo. La acción que ejerce no trastoca en su esencia la naturaleza de la materia, la trasforma, pero siempre está presente la impronta que impregna la mirada.
El autor plástico rescata en su obra la naturaleza perenne de la escena visualizada, salvando la irradiaciones que deposita en el recuerdo. Sus cuadros recrean paisajes tranquilos, apacibles y estáticos. Son ajenos a las tormentas ejercidas por el devenir de las horas, salvando la sustancia que le da cuerpo, propiedades y peso en la emoción generada al ser contemplado.
El pintor representa esta idea en un trabajo equilibrado, de figuración tradicional, expresado en un lenguaje lírico, dejando en su producción un aroma  visual que extrae de la contingencia temporal al espectador. Su producción es desarrollada con un dibujo preciso, que evapora su fuerza gracias a un colorido suave, delicado, elegante y amable,  predominando los verdes, ocres, grisáceos, marrones, ... en una decadencia contemplativa descrita en un lenguaje plano, susurrante, que incita al pensamiento poético. Supera la factura de una pintura clásica, dotándola con su huella personal, consiguiendo mostrar un conjunto de agradable gusto comercial.  

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