sábado, 12 de diciembre de 2015

EL AMOR BRUJO EN LA ESCENA

FUEGO BRUJO
Autor: Frederic Amat. Título: El amor brujo. Lugar: Sala Zaida de Caja Rural de Granada. Fecha: Hasta el 12 de diciembre.
La escenografía plástica para un espectáculo dramático, o musical, es la esencia que da cuerpo al espíritu de la obra representada. Si ella falla se rompe ésta, siendo una propuesta desacertada, y desacompasada, donde ritmo y forma son independientes e incluso chocan entre sí. La calidad de la puesta en escena de los decorados y colores potencian el argumento, introduciendo al espectador en la trama, inmerso en la emoción relatada, en los sentimientos que se quieren expresar.
Frederic Amat muestra los bocetos realizados para la puesta en escena de El amor brujo, en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, en 1994, por el Ballet de Víctor Ullate. El pintor plasmó su paleta, tanto en el vestuario como en los telones, labor realizada a mano. Son bocetos los mostrados, ya que la obra original desapareció en un incendio. Acompañan a éstos, guiones, apuntes para el vestuario y estampados, más carteles y programas, con fotografías de Josep Ros Ribas de dicha representación.
La exposición muestra un trabajo plástico exuberante, profundo, de intensa pasión reflejada en las piezas. F. Amat juega con el color, si de una partitura musical fuera, reforzando el ritmo, la pasión sugerida, la fuerza de la composición, la danza sumida en el torbellino del fluir del compás. Misterioso, susurrante, desbordado, terriblemente arrebatado de sentimientos palpitantes. El negro de lo desconocido, pavor ante el acecho oscuro que cubre de temores el entendimiento, es roto por el ígneo brillo que conjura las fuerzas naturales, en un rito taumatúrgico, que danza sin parar, en el baile de las llamas, en el crepitar que quiere ser voz de espíritu, en la invocación a los seres de las tinieblas. El azul aparece como resultado, fin del trayecto, frío páramo árido, desolado y descarnado; y aterida en su soledad está el alma, esperando la caricia dorada de la vida. Los tres se conjugan acompasados, en un vaivén frenético, que aturde y domina el sentido.
En los bocetos expuestos se observa el trazo discontinuo, rotundo y espeso, del autor, compañero del ritmo, lineal sinuoso, punteado y aéreo, concéntrico henchido de gravedad. Es en la pitonisa donde el pintor muestra una genialidad suprema, pues con pinceladas acotadas, rápidas, anchas, sumidas en el desarrollo armónico de la pieza musical, hace surgir la figura de la maga adivina, que danza en un giro sutil que quiere desvanecer las formas apreciadas, en un fulgor cinético que se convierte en fuego, luz ardiente que conjura el universo oculto.

El comisario de la exposición, José Vallejo, ha acertado plenamente en la elección de Frederic Amat, para conmemorar El amor brujo en el centenario de su creación, pues este artista plástico ha sabido captar el concepto, y ánima, de la música del gran Manuel de Falla.






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